martes, 22 de febrero de 2011

D.I.J.

"... And, with dark carbonation,
I found my thirteen years of carrion..." 
                                         death in june






2004. Un pequeño local, con mesas redondas pequeñas, con lámparas y todo; un pequeño escenario delante de ellas y, a la espalda la barra de bar. Esta noche tres tíos vestidos de forma extraña tocan una acústica, un xilófono y una trompeta. El humo de los cigarrillos inunda el lugar. El cantante, de rostro claro pero duro -como aquellos actores del período clásico del cine negro americano - lleva una aviadora beis de cuellos abiertos y unos pantalones de color marrón oscuro, ambas prendas Dockers, como manda el canon de las tabernas yanquis de marineros y toda suerte de soldadesca años cuarenta. Parece como si hubiéramos saltado atrás en el tiempo; hemos saltado atrás en el tiempo.

Dos años antes Detritus, el gran pintor de la desesperanza a golpes de expresionismo y cartelismo ruso -en igual proporción-, me había comentado, mientras yo le entrevistaba para un trabajo de investigación para la asignatura "Arte de las últimas vanguardias", que había asistido al concierto de unos "artistas totales". Pregunté el nombre del grupo; en realidad, ni sé por qué le pregunté; quiero decir, a él le iba el postpunk como a mí, y, tal vez, algún que otro escarceo con el rock gótico de los ochenta -normal, teniendo en cuenta que él nació en Donosti y su juventud transcurrió en las vascongadas ochenteras y viajes por países dispares exponiendo sus "últimos gritos"-, y era una soberana tontería, una obviedad que sería algún grupejo garajero del rollo Manchester o sOHO NEOYORQUINO. sin embargo, me colé. De sus labios salieron las tres palabras mágicas: "DEATH IN JUNE".

Me quedé boquiabierto, claro. No es que Death In June fueran totales, o postpunk, o... lo que sea. No. sucede que, como cada persona tiene sus fetiches, Death in June eran un fetiche secreto mío; ¿por qué secreto? Bien, no estaban, no están demasiado bien vistos. ¿por qué no? Bueno, son contraculturales, o... mejor dicho, son una chinita contracultural en el zapato de muchos. ¿Por qué son contraculturales? ¡Oh, venga! ¡Dejad de preguntar y repetir todo lo que digo! Estamos hablando de tres tíos que, desde el 80, y haciendo perfomances vestidos de SS decían lo que nadie se atrevía a decir, y haciendo la música que nadie osó crear. Sí, habéis oído bien, drugos hermanos: vestiditos de SS, como nazis; esto, claro, como ahora mismo vosotros estaréis pensando (y cayendo en la fácil trampa del prejuicio) ha hecho que la gente piense que son un grupo de ultraderecha; no, nada de eso; son provocadores, son dadá, son el arte llevado al extremo, como Duchamp, o como aquel Hugo Ball. En un concierto, a mediados de los ochenta casi son linchados por unos ultraderechistas que acudieron al ver ciertos símbolos nacionalsocialistas en los carteles que anunciaban la actuación del grupo; en otras ocasiones, al burlarse de las dos neuronas de los habituales tres o cuatro skinheads que acuden a sus conciertos, suelen ser abucheados. No les importan estas tonterías: ellos nos enseñan qué fácil es, no ya portar símbolos sinónimos de la devastación y el holocausto, sino hacer propaganda de ellos. 

Explicado el pequeño pormenor de la apariencia, sus piezas son mezcla de un profundo amor por la vanguardia y por la tradición musical, no sólo folk, sino también, por el jazz. Volviendo de nuevo a aquella habitación con olor a trementina de mi buen amigo Detritus, recuerdo que me sentí aliviado. Al llegar a casa, me metí en el estudio y puse en el reproductor de cd el mítico "Rose clouds of holocaust" y la trompeta lejana de aquel "13 YEARS OF CARRION",  tema para carroña enferma de tedio crónico como este drugo vuestro me llevó a un estado mental de paz, de tranquilidad, de armonía; se acabaron los tinglados burocráticos, los madrugones y el estrés del transporte público, los yonquis muertos de ganas por un buen picotazo, y las cotillas a la puerta de los portales, se terminaron las crónicas aburridas y uniformes de los telediarios, y las portadas invariables de los noticiarios de tirada nacional, expiraron las agujas del reloj, y ningún avión volvería a cruzar el cielo, no se volverían a verter millones de toneladas de crudo, ni se someterían a pueblos y culturas, ni mandaría el dinero... TOdo eso, hermanitos míos, había terminado, y las únicas cosas que regían aquel mundo de armonía y paz eran una guitarra acústica, la golosa del bueno de Douglas y la morfinosa trompeta que parecía apaciguar la sangre de mis venas. 





No es sólo un gran grupo, independiente, aislado musicalmente del "planeta comercio", sino, además, la voz de los que nunca son escuchados, la voz de aquellos a los que a nadie le gusta escuchar. En wiki pOdemos encontrar esto:

 Pearce, who is openly homosexual, has collaborated with various ethnic Jews throughout his music career. The official Death in June website site featured the flag of Israel, and Death in June played a concert in Israel on June 18, 2004 for a predominantly Jewish audience.

Pearce, no sólo es abiertamente homosexual, sino que, además, se precia y está orgulloso de haber colaborado con personas de otras etnias y culturas a lo largo de su carrera. Por eso, ¿por qué no entrar de nuevo en ese local, ver a Boyd, Douglas y Pearce concentrados en su música, hermética, circuito cerrado,  repitiendo como un mantra, como un trance o peaje hacia ese universo tan particular, minimal, distinto, obsceno pero relajante, donde Hitlers vestidos de amas de llaves y ligueros provocadores besan la punta del zapato de un rabino con lascivia e hipopótamos voladores defecan sobre skinheads ridículos, y los ejércitos mejores son los que son abolidos, y una paz de sinceridad y sabiduría coexistencial inunda un planeta de atmósfera jazzística, tranquila, pacífica.


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